¡“La paz esté con ustedes”! (Lc 24, 36)

Es el saludo que en el primer día de la semana Jesús Resucitado dirige a los discípulos que se encuentran encerrado por temor de tener la misma suerte que Él.

El texto bíblico de este domingo es la continuación del bien conocido episodio de los discípulos de Emaús, en el cual, el mismo Jesús se hace peregrino a los dos incapaces de reconocerlo.

En el evangelio encontramos a los discípulos juntos con los demás compartiendo de lo que le había pasado en el camino y cómo habían reconocido al mismo Maestro en la fracción del pan. Mientras hablaban, Jesús aparece nuevamente y los saluda con una sola palabra: Shalom. Esa palabra significa «que la paz de Dios venga sobre todos ustedes». Los discípulos están aterrorizados. Están seguros de que ven a un fantasma. Jesús los invita a observar su cuerpo, a explorar las heridas que los clavos dejaron en sus manos y examinar su costado perforado por la lanza.

Shalom significa mucho más que un simple deseo para la paz, una esperanza por la ausencia del conflicto o la lucha. Es una palabra de «acción» que expresa la intención de Dios para nuestra vida.

En los labios de Jesús, «Shalom» llega a ser una oración para que la esperanza, la salud y la prosperidad vengan sobre los que están reunidos. Hay un significado poderoso tras este saludo simple. Jesús les desea a sus discípulos integridad y bienestar en este momento de temor y duda. También nosotros en este tiempo de dudas y temor en el cual vivimos, queremos invocar sobre cada uno de nosotros, nuestras familias y el mundo la “Shalom”, la Paz de Jesús para que nos sostenga y reconforte.

Como siempre, nuestro hermano Francisco de Asís, por su deseo de imitar en todo a Jesús, utiliza el mismo término del Resucitado. Amó recordar en su “Testamento” este saludo pascual que había caracterizado toda su existencia después de la conversión: «El señor me reveló  que dijéramos este saludo: El Señor te dé la Paz»

Por eso, en toda su predicación iniciaba sus palabras con el saludo que anuncia de la paz.

Que bonito sería que también nosotros en los saludos, pudiésemos utilizar esta hermosa expresión: El Señor te dé la Paz, como palabra que reconforta y sostenga en el camino de la vida. 

A tí hermano/a que lees estas palabras te deseo que ¡El Señor te dé la Paz!

Fr. Ramón Zas (OFMConv)

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