Contacto: Franciscanoscl@gmail.com
¿Cómo prepararse para un momento de oración?
Como rezar: #1 prepararse
Existen ciertos aspectos que son cruciales en la preparación para la oración y que pueden marcar la diferencia en la experiencia. En este texto, te daremos algunos consejos sobre cómo prepararte para este momento de oración.
En un artículo reciente, presentamos un método sencillo de oración en cuatro pasos, los cuales se definen por los siguientes verbos: preparar, entrar, quedarse y salir (puedes encontrar el artículo en este enlace). En esta ocasión, nos enfocaremos en profundizar sobre el primer paso, es decir, en cómo preparar.
Tal como mencionamos en el artículo anterior, el fundamento de este método se basa en la posibilidad de visualizar nuestros momentos de oración como un encuentro entre dos personas, dos amigos: Dios y yo. Como en cualquier reunión de amigos, el encuentro comienza incluso antes de empezar.
De hecho, cuando deseo conocer a alguien, previo al encuentro real, realizo algunas acciones que hacen posible el encuentro. Es decir, me preparo para ello (una «preparación remota»):
Se acuerda una fecha y hora para reunirse («nos encontramos el martes a las 5:00 pm, después de clase»).
• Entonces se decide un lugar y una situación («nos encontramos en el bar de la esquina para tomar un aperitivo juntos»).
• Se establece un horario («iremos juntos hasta antes de la cena, y luego tendré que ir al entrenamiento»).
• Se planifica qué hacer juntos durante ese tiempo («me cuentas cómo te fue en la competencia y después me explicarás mejor cómo está tu madre, estoy un poco preocupado; también quiero mostrarte el nuevo artículo que escribí y saber tu opinión»).
• Después, se procede a la «preparación inmediata«: se sale de casa, se dirige al lugar acordado, se apaga el móvil, se pide una copa…
Estas son algunas cosas que solemos hacer cuando nos encontramos con un amigo, y que pueden aplicarse de manera similar cuando nos preparamos para entrar en oración. ¿En qué sentido? Tratemos de explicarlo.
Un lugar
Centrémonos en la «preparación a distancia». Decidir cuándo y dónde dedicaremos tiempo a la oración implica fijar un lugar específico para ello. Coloco ese momento que quiero vivir en un lugar y en un tiempo.
Aunque esto parece evidente, en realidad es el paso más desafiante y decisivo de todos. Haciendo esto, ¡ya estamos a mitad de camino! Pero a menudo esto es exactamente lo que olvidamos o evitamos hacer.
Si estás leyendo estas líneas es porque deseas orar, estar con el Señor, sentir su presencia y conversar con él. Sin embargo, tener este anhelo no siempre es suficiente. Muchas veces se queda ahí, y nunca se vuelve realidad. Nunca (o raramente) se materializa en verdaderos momentos de oración, pasados con él.
Lo primero que debes hacer es detenerte, ahora en este momento, tomar la agenda y planificar tu próximo momento de oración personal.
Algunos podrían argumentar que la oración es espontánea y que planificarla podría hacer que parezca artificial. Pero si estás enamorado de alguien, ¿sólo esperas encontrarte con esa persona por casualidad o le pides una cita y te preparas para ella? Hacer lo mejor posible para encontrar un momento y un lugar para orar es igualmente importante.
Dios está esperando que le demos una cita para mostrarse a nosotros. Aunque se muestra constantemente a lo largo de nuestros días, a través de innumerables formas, quiere tener momentos «exclusivos» para ti y para él, para hablar directamente a tu corazón de una forma única e irrepetible.
Así que, fija un tiempo y un espacio para orar, eso es un lugar. ¡Hazlo ahora mismo!
Un tiempo
En primer lugar, es importante encontrar un momento adecuado en tu agenda para dedicarle a Dios. Este momento debe ser realista y permitirte un tiempo con el Señor, sólo para él.
Puede ser una vez a la semana, cada dos o tres días, o incluso todos los días. Además, es importante considerar cuál es el mejor momento para ti en función de tus responsabilidades diarias. Este momento puede ser temprano en la mañana, al despertar, durante la hora del almuerzo, al final de la tarde, antes de dormir, entre otros momentos.
Cada persona debe encontrar la ocasión que mejor se adapte a su horario y compromisos. Es importante comenzar con un tiempo pequeño, pero asegúrate de colocarlo en la agenda y organizarte para no dejarlo pasar.
¿Cuánto tiempo? Esto puede variar según las preferencias y disponibilidad de cada persona. Como mínimo, se sugiere dedicar al menos 15 minutos para entrar en oración y permanecer un rato. Por otro lado, se debe evitar exagerar el tiempo, ya que esto puede no ser práctico. Normalmente, si eres principiante se recomienda comenzar con 30/40 minutos una vez a la semana. Si tienes la oportunidad, puedes agregar más momentos a tu agenda en el futuro.
Un lugar
Entonces necesitas un lugar, un espacio. Con un amigo te encuentras en la plaza, en el bar, o de paseo… ¿Dónde quieres encontrarte con Dios? Necesitas un lugar adecuado, lo suficientemente tranquilo y aislado, que ayude a la concentración y a la oración, evitando distracciones.
¿También se puede rezar en el metro? Claro que sí, pero es mucho más difícil… y queremos intentar simplificar lo más posible, para disfrutar al máximo del encuentro con Dios.
Por lo tanto, es recomendable buscar un lugar donde puedas estar solo, como tu habitación, una iglesia, una capilla o en medio de la naturaleza. Busca un espacio que te permita ser creativo y te ayude a enfocarte en tu encuentro con Dios.
Es importante que decidas el lugar de antemano, ya que aún estamos en la fase de preparación. Si no lo haces, cuando llegue el momento, es posible que pierdas mucho tiempo decidiendo dónde estar. ¿Recuerdas que la preparación es clave para tener un encuentro significativo con Dios? Tomarse el tiempo para elegir un espacio adecuado te permitirá maximizar el tiempo dedicado a la oración y enfocarte en tu conexión con lo divino.
Encomiéndalo a Él
Cuando hayas elegido el lugar y el momento para encontrarte con Dios, es importante que se lo comuniques con sencillez y confianza, como lo harías con un amigo. Por ejemplo, puedes decir algo como:
«Señor, el jueves a las 10:30 de la mañana nos veremos en la capilla de la universidad que está cerca de la sala de estudios. Quiero estar contigo y te pido que me ayudes a no fallarte».
En general, el lugar, el espacio y el tiempo que has planeado y decidido con anticipación siempre necesitan ser vigilados con firmeza y dedicación. Es probable que surjan distracciones y tentaciones que te impulsen a posponer tus planes, a hacer otras cosas o cambiar de lugar. Sin embargo, es importante que mantengas tu compromiso y lo que has decidido. Incluso si solo tienes cinco minutos, es fundamental que cumplas con tu compromiso y que te presentes en el lugar y la hora acordada. El Señor te estará esperando allí, así que no lo dejes con las manos vacías.
Algunas herramientas
Aquí estamos finalmente en la «próxima preparación», el tiempo que te propusiste está cerca. Unos minutos antes de la hora acordada, dirígete al lugar preestablecido.
En este momento, puedes implementar algunas herramientas que serán de gran ayuda para favorecer el encuentro con Dios. En particular, te sugerimos tres herramientas.
- Prepara el escenario
Primero, dedica unos minutos a preparar el espacio en el que te encuentras. Es importante que el lugar tenga todo lo que necesites para facilitar tu oración y tu concentración en el encuentro con Dios. Quizás puedes colocarte frente a un icono, una imagen sagrada o un crucifijo. Encender una vela o tener una silla y una mesa a tu disposición también puede ser útil. Si piensas que una hoja de papel y un bolígrafo te ayudarán a plasmar tus pensamientos, tenlos a mano.
Es recomendable que tengas la Palabra de Dios contigo, ya sea una Biblia, un texto o una aplicación en tu teléfono. Asimismo, para evitar distraerte, utiliza un cronómetro o una alarma para fijar una duración determinada y no tener que mirar el reloj de forma constante. De esta manera, te centrarás únicamente en tu encuentro con el Señor.
Recuerda que la sobriedad es una buena compañera en estos casos, solo lleva contigo lo que necesites y evita aquello que pueda distraerte. Si te encuentras en tu habitación, retira de tu escritorio todo aquello que pueda recordarte tus estudios o trabajo. Además, minimiza los factores de perturbación del entorno, como poner el teléfono móvil en modo avión, cerrar la puerta y tirar la cortina. Si es posible, avisa a las personas cercanas que no quieres ser molestado durante ese tiempo. Revisa todo lo que pueda distraerte y trata de evitarlo para tener un encuentro pleno con el Señor.
- Toma un pasaje de la Sagrada Escritura
La Palabra de Dios, junto con los sacramentos, es la mediación más importante y eficaz que tenemos para encontrarnos con nuestro Dios.
Por lo tanto, te sugiero que siempre comiences tus momentos de oración a partir de un pasaje de la Escritura. Hablaremos de cómo usarlo en su momento (en los artículos de «entrar» y «permanecer»), pero mientras tanto, aquí te decimos que necesitas prepararlo.
¿Qué pasaje de la Escritura preparar? Hay diferentes métodos. Aquí algunas sugerencias:
Puedes elegir uno de los libros de la Biblia, como uno de los evangelios, y seguir una «lectura continua» del texto, comenzando desde el principio del libro y avanzando en orden. Para esto, necesitarás el texto de la Escritura. Si eres principiante, te sugiero que empieces con el Evangelio de Marcos.
También puedes tomar el pasaje del Evangelio que se lee durante la misa del día (lectura litúrgica). Cada día, la Iglesia celebra la Eucaristía, y millones de personas en todo el mundo escuchan el mismo pasaje del Evangelio. Este se elige según el tiempo litúrgico y las distintas festividades durante el año, por lo que no siempre sigue un orden secuencial.
Por lo tanto, parte de la preparación para la oración es elegir el pasaje de la Escritura que deseas utilizar y tenerlo listo para el momento de la oración.
- Encuentra tu posición
Seleccionar una posición corporal adecuada puede parecer un asunto trivial, pero en realidad es un factor crucial para la oración. La posición que optes influirá para mantenerte enfocado y libre de distracciones.
Es importante encontrar una posición cómoda que permita permanecer quieto sin cansarse o sentir dolor, pero que también mantenga al orante activo y alerta, sin resultar demasiado relajante. Aunque debemos evitar estar de pie o arrodillarse sobre superficies incómodas, tampoco es recomendable tumbarse en la cama o adoptar posturas encorvadas en un sillón.
Cada uno debe encontrar la posición que le resulte más adecuada, ya sea sentado con la compostura y la espalda recta en una silla (posición que suele ser preferida por la mayoría de las personas), sentado con las piernas cruzadas sobre la alfombra o el césped, o incluso arrodillado sobre una alfombra, siempre y cuando se esté acostumbrado a estar en esa posición un largo período de tiempo. Lo importante es encontrar una posición que ayude a mantener la atención en el encuentro con Dios y centrado en Él.

Una actitud
La última clave para una buena preparación en la oración personal es adoptar una actitud interior adecuada. Es esencial que te des a ti mismo una explicación clara de lo que estás a punto de hacer y que estás dispuesto a vivir la experiencia de la mejor manera posible.
En primer lugar, es importante adoptar una perspectiva que permita vivir la oración como un encuentro entre dos amigos. Precisamente por esto me digo que este momento será:
- un espacio de gratuidad, no hay segundas intenciones, no se espera ningún beneficio particular, no se espera algo; nos reunimos simplemente para disfrutar de estar juntos; la mayor «ganancia» es que tú estás aquí para mí y yo estoy aquí para ti, eso es todo; no espero nada más, no espero nada más que esto;
- un espacio de pasividad: por eso no se tratará de “hacer algo”, de comprometerse, de esforzarse, sino de exponerse a una presencia; sobre todo se trata de «dejarse llevar«, dejar que el encuentro mismo me cambie, sin tener que ejecutar quién sabe qué acciones fantasmagóricas;
- un espacio de apertura: precisamente porque encuentro a una persona (mi amigo, mi Señor), no es un espacio de concentración en uno mismo, sino en el Otro que viene hacia mí; La oración cristiana es ciertamente contacto con el yo más profundo, pero desde el punto de vista de la relación con el Otro, con Dios; no es una meditación personal en la que me concentro en mí mismo, en mis problemas, en mis cosas, en mi ombligo… es siempre apertura, sobre todo al Otro que es Dios, a los hermanos, al mundo, a la realidad, a la historia, a mí mismo de una manera nueva y diferente;
- un espacio de novedad: precisamente porque no soy solo yo conmigo mismo, sino que tengo un Otro frente a mí, esto me traerá algo nuevo, inédito, algo que nunca podría darme a mi mismo.

Precisamente por estas razones es necesario que yo esté presente, con todo lo que soy. Aunque el Señor está allí y ha prometido su presencia, a menudo estamos presentes solo en el cuerpo o en algunas partes de nosotros mismos. Sin embargo, el verdadero encuentro con Él ocurre cuando estamos totalmente presentes, con todo lo que somos.
El Señor anhela encontrarte tal y como eres, sin que ninguna parte de ti se quede atrás en el camino. Cuando decimos todo, nos referimos a todo: todo tu corazón, incluyendo tus afectos, deseos, decepciones, y heridas; toda tu mente, con tus proyectos, pensamientos, razonamientos, valores y diálogos internos; y cada parte de tu cuerpo, desde cada uno de sus miembros hasta tu percepción sensorial, emociones, instintos, sexualidad, impulsos, necesidades, y hasta tu cansancio.
He aquí entonces que, después de optar por la posición que más me ayuda, trato de tomar contacto con todo lo que soy, por ejemplo, a través de algunos ejercicios de conciencia o técnicas de respiración.
Este último aspecto es realmente fundamental. San Francisco nos dice bien:
“Por tanto, no se quede nada de ustedes, para que Aquel que se ofrece totalmente a ustedes, les acoja totalmente” (San Francisco, Carta a toda la Orden 29, FF 221).
.
Pido disculpas por la extensión de este artículo, pero hay muchas cosas importantes que decir. Si tienes otras preguntas específicas, no dudes en escribirnos a nuestro correo.
En los próximos días, publicaremos más ideas sobre los otros tres pasos de la oración (entrar, permanecer y salir).
Mientras tanto, les deseo una buena experiencia de oración, una experiencia con Él.
fray Nico
(Articulo libremente extraído del Blog Vocación Franciscana)
