“Corpus Christi” – ¿Cuál debería ser la finalidad de esta solemnidad?

Me parece muy modesto lo que dicen los textos teológicos sobre el sentido de esta solemnidad. En síntesis, si tienes la curiosidad de consultar sobre la solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo, te dirán que es históricamente conocida por su nombre en latín, “Corpus Christi”.

Te dirán que este día es una celebración de la presencia real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Te contarán algunos milagros eucarísticos, y que esta solemnidad comenzó celebrarse en Lieja en 1246, siendo extendida a toda la Iglesia occidental por el Papa Urbano IV en 1264, teniendo como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. 

Esta finalidad me inquieta. ¿Es suficiente para mi vida de fe saber que la solemnidad de “Corpus Christi” se trata de la presencia real de Cristo en la Eucaristía? ¿No es algo que ya sabía? ¿No es esto lo que medito en cada celebración eucarística? Se presupone que todos los católicos lo saben. ¿Por qué tener entonces una solemnidad exclusiva sobre la presencia real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía? 

A veces estamos tan llenos de explicaciones teológicas, que perdemos el sentido esencial de las cosas. Por esto, queridos amigos de Cristo, les propongo como preparación a esta solemnidad, no sólo pensar en el hecho que Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía, porque siempre lo está, no solo en la solemnidad “Corpus Cristi”, sino también meditar sobre las consecuencias de su presencia.

En definitivo, les propongo meditar personalmente una serie de preguntas que deberían ayudarnos entender y vivir mejor el sentido de esta solemnidad.

Creo que nuestra meditación debería centrarse en la palabra “Santísimo” que se atribuye a la Eucaristía. No siempre entendemos el peso de esta palabra y cometemos graves errores. Les acuerdo que en el Antiguo Testamento, cuando Dios le habló a Moisés desde la zarza ardiente, le pidió quitarse las sandalias de los pies, porque el lugar donde estaba pisando era tierra santa. (Cf. Éxodo 3,5) Entonces, si frente a un terreno santo hay que quitarse las sandalias, ¿Qué piensas que deberías hacer de frente al “Santísimo”? ¡Medítalo bien! ¿No lo estás acaso profanando? ¿Estás seguro que eres digno comulgar con el “Santísimo” o tal vez deberías limitarte por ahora solo en adorarlo?

¿No deberías quitar tus pecados en el sacramento de la Confesión si Jesucristo dejó esta posibilidad? 

Y ahora, querido hermano o hermana, si ya te es claro de qué modo deberías acercarte al “Santísimo”, creo que estamos listos para hacer el último paso en nuestra breve meditación.

Si el “Santísimo” es el tesoro más precioso que existe, y Jesucristo quiere nutrirte y hacerte parte de este Preciosismo Sacramento, “¿cuánto crees que tú vales para Dios?” Sin duda, eres lo que comes. ¡Él te ama tantísimo! ¿Tú mismo, te estás valorando como persona nutrida con el Preciosismo Sacramento? ¿Tratas a los demás como personas nutridas con el “Santísimo”? ¡Qué mundo hermoso sería si lo hicieras! 

En fin, les acuerdo las palabras del papa Francisco sobre el misterio de la Eucaristía: “Además del hambre física, la gente tiene otra hambre, una que no puede satisfacerse con la comida ordinaria. Es el hambre por la vida, el hambre por el amor (y) el hambre por la eternidad. El cuerpo y la sangre de Cristo pueden dar vida eterna a las personas porque la sustancia de este pan es amor. Vivir la fe católica, significa dejarse nutrir por el Señor y construir su vida no sobre bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, Su Palabra y Su Cuerpo. “ 

fray Irinel Dobos (OFMConv)

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