Una joven italiana en chile

Publicamos un testimonio de una joven italiana que vino a hacer una experiencia misionaría en nuestro país.

¿Por qué Chile?”. Fue la pregunta más popular cuando hablé de esta experiencia.

Y la respuesta fue: “Por el conocimiento transversal”, como para ocultar un “casualidad” que se habría entendido aún menos.

La realidad, sin embargo, es esta: por un lado estaba mi deseo de buscar nuevos estímulos, nuevas perspectivas, nuevos horizontes y por otro estaba el conocimiento del sr. Gloria, amiga, hermana y madre que me acompaña en el camino de la fe.

Cuando le pregunté si quería tener una experiencia misionera, tuvo la intuición de llamar al padre Tullio, un franciscano conventual que vive desde hace años en Chile, quien le dio el contacto de fray Valerio, responsable del centro provincial misionero, porque hay que ya eran jóvenes que pensaban irse en agosto. ¡Fue una noticia increíblemente buena para mí! Salir con otros chicos, compartir una experiencia, caminar juntos.

Y esto fue: recorrimos las calles de Santiago de Chile, en la noche, para llevar alimentos a los que se viven en los rucos que se encuentran en la comuna de San Ramón, servimos en varios comedores solidarias donde, jugamos con los niños de una escolita, reordenamos un espacio del convento para convertirlo en un pequeño oratorio, y mucho más. Lo mejor fue hacer todo esto juntos. No solo entre nosotros los italianos, sino también junto con nuestros nuevos amigos chilenos. Compartimos cada «misión» con las personas que allí ofrecen su servicio todos los días, desde los estudiantes de la pastoral juvenil universitaria, pasando por las señoras que se ocupan de la ayuda fraterna y el catequismo, hasta a unos laicos voluntarios que han hecho una opción de vida misionera. Cada experiencia nos ha permitido conocer diferentes realidades pero también nos ha dado la oportunidad de adentrarnos en la vida cotidiana de las personas y descubrir su riqueza. Cada persona que hemos conocido nos ha dado un trozo de su historia, de su fe, de su vida.

Visita al Museo de la Memoria

En las cuatro semanas que pasamos junto a los frailes pudimos saborear tanto la vida comunitaria como la vivacidad de la realidad parroquial. Todos los jueves había una cita con el taller de circo, un espacio dedicado a los niños, donde podían jugar, divertirse estando juntos y también aprender algunas acrobacias y malabarismos propios del arte circense, como el trapecio o la danza aérea, que Felipe nos enseñó. 

Posteriormente, los jueves por la noche, tuvimos la distribución de alimentos a personas en situación de calle. Salimos en pequeños grupos, junto con los muchachos de la pastoral universitaria con las raciones de comida preparadas por las señoras de Ayuda fraterna, y las llevamos a las personas que encontrábamos en la calle, compartiendo con ellos no solo la comida sino también unas palabras. 

Entre las diversas actividades de la parroquia también está la de una fundación Bienvenidos Hermanos que se ocupa del apoyo a los migrantes, especialmente haitianos y venezolanos que desde hace algunos años llegan a Chile en busca de una vida mejor. 

Como grupo misionero, hemos tenido la oportunidad de ver cómo funcionan estas estructuras de acogida no solo a nivel asistencial, sino brindando todas las herramientas para garantizar un futuro y oportunidades a todos aquellos que llegan sin nada más que la esperanza de un cambio radical. de sus condiciones de vida.

Nuestra experiencia en Chile, sin embargo, fue también un verdadero viaje para descubrir una país largo y estrecho, que se esconde entre los grandes estados de América Latina. Visitamos Santiago y Valparaìso, nos fuimos al sur, en Valdivia, donde pudimos disfrutar de un recorridos en un barco por los principales ríos de la ciudad y tuvimos la oportunidad de conocer aún más de cerca la historia de un pueblo, el de los mapuches, que ha vivido en esas zonas antes de que los occidentales descubriéramos su existencia.

En una palabra, esta misión fue un descubrimiento. En todos los sentidos: descubrimiento de un mundo tan lejano al nuestro y también tan diferente. Descubrimiento de nuevas personas, tradiciones y culturas. Descubrimiento de los extremos y contrastes presentes en cada rincón de Chile: las altísimas cumbres de los Andes y la inmensidad del Océano Pacífico, el desierto del norte y los ríos del sur, la gran riqueza y la extrema pobreza. Un descubrimiento de nuevos horizontes, mucho más amplios de lo que podría haber imaginado.

Angela

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