Para discernir: «Acompañado personalmente»

Mientras estás en relación con Dios en la oración, caminando en y con la Iglesia, ahora necesitas una ‘mediación’ que te permita experimentar – a travez un rostro humano concreto que poco a poco se convierte para ti siempre más familiar – la paternidad del Señor y la maternidad de la Iglesia, que les acompaña paso a paso.

Actualmente estoy leyendo un buen libro sobre este tema. El autor compara el guía espiritual con Moisés, reforzado por el hecho de que toda la vida cristiana es un éxodo de la esclavitud a la libertad, del pecado a la gracia, de la muerte a la vida. Como los demás, el Éxodo (como acontecimiento y como libro) se ha convertido en central y paradigmático dentro de la conciencia de Israel, espejo continuo de comparación y lugar espiritual para releer los diversos acontecimientos de su historia. Con la Pascua de Jesús, «su éxodo» (Lc 9,31), también para nosotros el «paso» no es sólo un paradigma sino un sacramento continuo que se cumple en Cristo: en los Sacramentos, en la Palabra, en los acontecimientos de vida deshabitada por el Espíritu Santo y/o acogida y dirigida como don providencial.

Especialmente este último aspecto – tu vida concreta y cotidiana – no es ‘automáticamente’ un lugar de éxodo y conversión. Puede ser y volverse uno, pero tu también necesita a ‘tu Moisés’, que hable con Dios de ti, y te hable de Dios y de su Palabra, dándote una ‘traducción’ fiable de sus significados para tu existencia; y que inicias un modo cada vez más maduro de escuchar y poner en práctica la Palabra bíblica en los acontecimientos que tienes que enfrentar.

¿Cuáles son las características de este Moisés?

  • «¿Quién soy yo para ir donde el  Faraón y sacar a los israelitas de Egipto?» (Éx 3.11). Moisés no se da a sí mismo la misión rectora, sino que vive con humildad lo que Dios le pide y que luego es reconocido por el pueblo. Así, el servicio de acompañamiento espiritual es de alguna manera encomendado por la Iglesia y solicitado por quienes sienten la dicha necesidad.
  • Moisés ya de joven quiso liberar a su pueblo, pero no hizo más que dañar y tuvo que huir (cf. Ex 2). Así, el padre espiritual puede ser incisivo y útil en la medida en que obedece a la Palabra de Dios para orientar al otro y toma iniciativas según su propio criterio.
  • En el camino siempre es Dios quien guía el camino, la nube luminosa o la columna de fuego. Moisés y el padre espiritual no conocen el camino de antemano, pero caminan detrás del Espíritu juntos y cómo quien se deja guiar.
  • Moisés (y Dios con él) cuida de su pueblo atendiendo muchas de sus peticiones (maná, codornices…), pero también es claro y exigente en los elementos fundamentales de su camino con Dios: basta pensar en el becerro de oro (Éx 32). Los reprende y los castiga, pero también le pide a Dios que les muestre misericordia. Así, el padre espiritual nunca compromete la fidelidad a los valores evangélicos, sin por ello dejar de ser misericordioso.
  • La palabra de Moisés es «profética»: habla las palabras de Dios, que por lo tanto se hacen realidad. Incluso lo que el padre espiritual propone e indica cómo método y fin, poco a poco se experimenta como verdadero, bello, bueno y factible: confiar en la gracia de Dios.
  • Es un hombre limitado, pero tiene un papel y una misión específicos. Moisés sabe dónde se ha equivocado y sabe corregirse (cf. Ex 18,13ss) en bien de la Alianza entre Dios y el pueblo. Así, el padre espiritual no es perfecto ni impecable, sino que está comprometido con su propio camino de fe. Al mismo tiempo es fiel tanto al ‘hijo espiritual’, a toda la Iglesia (incluyendo su componente jerárquico y magisterial), como a Dios.
  • Sabemos que Moisés sabe dejar al pueblo, que entra en su tierra bajo la guía de Josué, después de su muerte en Nebo. El guía espiritual sabe no atarse a sí mismo ni a sus propias ideas y visiones. Sobre todo en el discernimiento de la vocación, sabe acompañar la elección del verdadero bien de la persona, aunque esto (u otras razones válidas) signifique cambiar de padre espiritual o de ámbito de la vida eclesial. Su servicio se ofrece gratuitamente en todos los sentidos, sin otra recompensa o gratificación que la dé hacer el bien a alguien en nombre y por cuenta del Señor.

Aquí encuentras unas cualidades que el acompañante espiritual tiene que tener, es para ayudarte a comprender su tarea y elegir a la persona adecuada (sacerdote, fraile, monja, laico o laica, lo que cuenta es que sea formado y reconocido por la Iglesia, para este servicio). Pero también para ayudarte a reflexionar sobre cómo vivir tu rol de “hijo”: co-responde a su servicio con docilidad y confianza, gratuidad y gratitud, comprensión y vigilancia. Pero sobre todo con una apertura constante, deseada y buscada a la acción misteriosa del Espíritu Santo a través de esta preciosa mediación eclesial.

¡Buen viaje a todos!

fray Francesco Ravaioli (OFMConv)

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