“El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”

En el Evangelio de este domingo, Jesús continúa enseñándonos acerca de su camino como Mesías según Dios. El texto nos presenta el llamado “segundo anuncio de la Pasión”,  el cual no es comprendido por los discípulos que por el camino discutían quién de ellos era el más importante. Los apóstoles todavía no entienden cuál es el proyecto de Jesús, no aceptan un Mesías que se convierta en siervos de los demás, continúan soñando con un Mesías glorioso y victimas del miedo, ni contradicen ya al Maestro ni se atreven tampoco a preguntarle.

Los doce ya desde tiempo comparten la vida con Jesús, escuchan su palabra y enseñanzas, son testigos de los signos y milagro que cumple, pero todavía no han aprendido a pensar como el Maestro. Ante la discusión que los discípulos han mantenido entre sí por el camino acerca de quién era el más grande, urge sobre todo una lección: la del servicio.

Jesús da esta enseñanza con algo que nunca los discípulos han de olvidar presentando dos actitudes fundamentales.

La primera actitud: El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. No hay espacio por la competencia agresiva, el discípulo de Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos, honores y vanidades, en su grupo nadie ha de pretender estar sobre los demás.

Al contrario ha de ocupar el último lugar y ser como Jesús servidor de todos. La secunda actitud es tanto importante que Jesús la ilustra con un gesto simbólico tomando un niño y poniéndolo al centro del grupo de los Doce.

El niño era una de las creaturas más insignificantes de la cultura antigua. Por su estatura y edad no estaba en condiciones de participar en la guerra, ni en la política ni en la vida religiosa.

Jesús coloca uno de estos pequeños en medio de los discípulos para que aquellas personas ambiciosas se olviden de honores y grandezas y pongan sus ojos en los pequeños, los débiles, los más necesitados. 

Luego, Jesús abraza al niño y dice a los discípulos El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mi …”.

Quien acoge a un “pequeño” está acogiendo al más “grande”, a Jesús y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado.

El mundo en que vivimos parece competir en una alocada carrera por alcanzar el “éxito”, y por un lado es bastante normal que todas las personas quieran triunfar y tener éxito y, como muchos dicen, “ser alguien en la vida”, pero ¿en qué consiste de verdad tener éxito, triunfar y “ser alguien”? Ante la loca carrera por el éxito mundano, Jesús nos anuncia la Buena Noticia del éxito según Dios: el triunfo del Siervo en su vida entregada.

fray Fabio Mazzini (OFMConv)

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