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Hemos ido a anunciar el Evangelio!
Testimonio de la experiencia vivida en la JMJ 2023.
Junto a millones de jóvenes provenientes de todo el mundo, nos hemos reunido en Lisboa, Portugal para vivir la 37° Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Para nosotros ha sido una experiencia única, especial y verdadera; cada mensaje, rostro, anécdota y actividad han quedado grabados en nuestros corazones.
Cerca de 1.5 millones de jóvenes estuvimos juntos por una semana compartiendo la alegría de nuestra fe, de una Iglesia viva, que no muere, aunque si muchas veces se dice que estamos apagados, sin luz… durante estos días hemos visto como el Señor nos hace hermanos a pesar de nuestras diferencias, de nuestra cultura, de nuestro punto de vista. Como ha dicho papa Francisco el primer día: «la Iglesia la formamos todos, todos, todos». Palabras simples pero llenas de luz que han despertado nuestro corazón y el de tantas personas que llegaron en busca de una respuesta, de una orientación para su vida.
Desde el principio nos hemos propuesto esta meta, teníamos que llegar ahí y vivir esta experiencia. Ya desde algunos meses nos estábamos preparando como grupo del norte-Italia (más de 180 jóvenes). Hemos emprendido el viaje con una grande cantidad de expectativas, dudas y temores especialmente porque no sabemos lo que nos esperaba, todo era parte del gran regalo del Señor que llegaría en un momento preciso para cada uno. Dos grupos partieron contemporáneamente, algunos en avión y otros en un furgón, los cuales tenían la misión especial de llevar la reliquia de San Antonio de Padua, patrono de la JMJ hasta Portugal. Antonio ha estado siempre con nosotros, desde el inicio hasta el fin de este caminar.
Sin duda ha sido una experiencia llena de gracia, aunque si no ha sido del todo fácil, hemos experimentado también el cansancio, la duda, pero también la esperanza, la alegría y el entusiasmo de tantos que cuando te veían decaer te estiraban la mano para levantarte. Esta manifestación de afecto y cercanía nos ha permitido decir: estoy aquí y hago esto porque quiero, porque quiero vivir y compartir mi fe con los demás, queremos sentirnos familia, Iglesia unida en oración. La JMJ ha sido un estimulo para seguir con fuerza en el camino del testimonio de la Palabra, en una Iglesia en salida, que abraza a los hermanos y les invita a ser portadores de esta alegría. Hemos visto y sentido una Iglesia preocupara por sus jóvenes, que busca y quiere lo mejor para ellos. Los jóvenes católicos son personas de sueños, de grandes proyectos, que sobre todo no tienen miedo a decir como la Virgen María: «SÍ», «Aquí estoy».
Es increíble la cantidad de sentimientos que hemos sentido, podríamos escribir un libro… tantas imágenes han quedado grabadas en nuestra memoria que nos servirán como luz para nuestra vocación: la fe de tantas personas que de rodillas contemplaban al Señor en la Vía Crucis; las lágrimas de tantos jóvenes en el momento de la confesión; tantas personas que gritaban el nombre de su país al ver al Papa; tantas banderas, colores, nacionalidades… los abrazos recibidos por los más de 80 frailes conventuales que hemos encontrado, por decir algunas cosas. Si tuviéramos que elegir una palabra para resumir esta semana diríamos: ¡AMOR!, así de simple, hemos visto el amor en sus diferentes manifestaciones, como nos lo indica san Pablo, pero, sobre todo, un amor por aquel que nos amó primero.
Gracias Señor, y gracias a todos por ser parte de nuestro sueño y el de tantos jóvenes del mundo.
fray Sebastiano CONTRI fray Benjamín CASTRO