Recibamos con corazón puro y cuerpo casto (Domingo de Ramos – Mc 11, 1-10)

Pero antes -en su entrada en Jerusalén- le han aclamado como Aquel que viene en nombre del Señor (cf. Mc 11,9). Nuestra aclamación este año no es de expectación, ilusionada y sin conocimiento, como la de aquellos habitantes de Jerusalén. Nuestra aclamación se dirige a Aquel que ya ha pasado por el trago de la donación total y del que ha salido victorioso. En fin, «nosotros deberíamos prosternarnos a los pies de Cristo, no poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas inertes, que muy pronto perderían su verdor, su fruto y su aspecto agradable, sino revistiéndonos de su gracia» (San Andrés de Creta).

Con el Domingo de Ramos se da inicio a la Semana Santa, también conocida como la Semana Mayor. Los ramos nos recuerdan la entrada de Jesús en Jerusalén, narrada en el pasaje evangelio según San Marcos 11, 1-10.

Domingo de Ramos en la Parroquia Inmaculada Concepción – San Ramón, Santiago de Chile

El texto nos narra que Jesús y sus discípulos ya están acercándose a Jerusalén, la capital de la nación judía, donde estaba ubicado el templo en el cual se celebraban las principales actividades del culto religioso, y donde se concentraban las autoridades sacerdotales. Están geográficamente en los pies del Monte de Olivos, donde más tarde Jesús será arrestado, cerca de los pueblos de Betfagé y de Betania. Betania nos recuerda a Marta, Maria y Lazaro su amigo.

         Hay una marcha procesional. Además de sus discípulos se han unidos seguidores que, por sus palabras y hechos, han visto en este rabino rural las condiciones mesiánicas anunciadas por los antiguos profetas. Jesús por su parte, escoge como cabalgadura “un asno conforme a lo que está escrito: No temas, hija de Sión; ya viene tu rey, montado sobre la cría de un asna”. Es una indicación de la sencillez, humildad y pobreza que acompañaron su vida en la tierra y de las características del Reino de Dios que él ha venido a hacer presente en el mundo.

Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Jerusalén, la multitud se entera y  produce entusiasmo. “La gran multitud que había venido para la fiesta, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén. Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel!». El acontecimiento se convierte en un acto de loas a Dios, donde se reconoce el inicio del esperado reino que habría de ser encabezado por un descendiente del rey David.

“Bendito el que viene en el nombre del Señor”, es una expresión claramente mesiánica, si además tenemos en cuenta que se hace mención a David, de donde el Mesías iba a surgir según la esperanza del Pueblo de Israel.

Sin embargo, las expectativas de la muchedumbre eran diferentes a los planes de Dios que se hacían realidad con el Señor. En vez de un rey rico, había llegado un pobre artesano galileo; en lugar de un rey guerrero, estaba entrando un Rey de paz, cuyo triunfo no sería por el uso de la espada sino mediante el insólito escándalo de su muerte en la cruz.

Aquellos que en esta procesión de entrada le estaban vitoreando, estarían luego, con pocas excepciones, entre los que días después se unirían a la turba que, instigada por las autoridades religiosas de entonces, vociferaría ante el procurador romano pidiendo la crucifixión de Jesús.

Vivamos con intensa espiritualidad esta semana, recordando y haciendo presentes aquellos acontecimientos salvíficos por los cuales recibimos la redención mediante la entrega del Hijo de Dios, que como oveja llevada al matadero carga con nuestros pecados para liberarnos por siempre de la esclavitud que ellos producen en nosotros.

Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:

La entrada de Jesús a Jerusalén implica una preparación previa de sus discípulos en este caso a través del asno. ¿Cuál es la preparación previa que debo hacer para ingresar con Jesús en esta semana Santa? ¿Qué cosas debo dejar afuera? ¿Y cuales debo llevar conmigo para caminar con fuerza y seguridad, para llegar al Domingo de Resurrección? ¿En este caminar de Semana Santa, voy solo? ¿Hay alguien en mi entorno que no está del todo animado, y necesita de mí para acompañarlo en esta semana Santa?

¿Qué espero de mí en este camino? ¿Creo que saldré igual, o más fortalecido?

¿En que reconozco el paso del Señor en mí vida, durante esta cuaresma? ¿Tomo en cuenta el ejemplo del pueblo de Jerusalén, que responde al paso del Señor, con alabanzas? ¿Lo he hecho, o lo haré yo tambien?

Jesús, lo primero que hace una vez en la ciudad, es dirigirse al templo, y dice la palabra que una vez que observó todo, salió con los doce hacia Betania. Jesús emprende el camino que lo llevaría a su “hora”, el camino de la Cruz, para dar cumplimiento y plenitud a su misión.

Fray Jack Ginting OFM Conv.

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