Siete pasos para discernir mejor

¿Te parece que el Señor te está llamando a ser franciscano? ¿Tienes unas inquietudes en tu corazón y quieres saber lo que Dios quiere de ti?

Acá siete pasos para discernir mejor.

1.  ORACION

La vocación no es sólo lo que tú quieres ser y hacer, es ante todo lo que Dios quiere que tú seas y hagas; no es algo que tú inventas, es algo que encuentras; no es el proyecto que tú tienes sobre ti mismo, es el proyecto que Dios tiene sobre ti y que tú debes realizar.

Sólo en el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: «ven y sígueme»(Lc 18,22); o bien, escucharás que te dice: «vuelve a tu casa y refiere lo que Dios ha hecho por ti» (Lc. 8,38).

2. PERCEPCION: «Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía» (Jr 20,9).

Para poder descubrir lo que Dios quiere de ti, tienes que aprender a escuchar, estar atento, experimentar. Para esto, necesitas saber hacer silencio en torno a ti y en tu interior. El ruido te impedirá percibir.

Ve tu historia. ¿Por cuál camino te ha llevado Dios? ¿Cuáles son los acontecimientos más importantes de tu vida? ¿De qué manera Dios ha estado presente o ausente en tu vida? ¿Qué personas concretas han sido significativas para ti? ¿Por qué?

Contempla el futuro. ¿Qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios? Tienes solo una vida, ¿a qué quieres dedicarla por completo?

Solo si aprendes a escuchar, a mirar y a estar atento, podrás descubrir los signos de la llamada de Dios.

En este nivel podrás llegar a decir: «Tal vez Dios me esté llamando» ,»siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios».

3. INFORMACION: «Observad cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades que habitan, de tiendas o amuralladas; cómo es la tierra, fértil o estéril, con vegetación o sin ella» (Nm. 13, 18-20).

Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. No es suficiente querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos. Es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas. Tal vez quiere que lo sirvas como sacerdote diocesano, o como miembro de una congregación religiosa, etc.

Para descubrir el lugar en que Dios quiere que estés, es necesario que conozcas las diversas vocaciones. Debes saber cuál es la espiritualidad que viven los sacerdotes diocesanos o las diferentes congregaciones, y que veas por cuál de ellas te sientes atraído. También tienes que conocer cuál es su estilo as vida, es decir, la manera como viven en la práctica. Asimismo, debes tener un conocimiento de su misión en la Iglesia, y por medio de cuales actividades apostólicas pretenden realizarla: misiones, enseñanza, hospitales, dirección espiritual, promoción vocacional, predicación de ejercicios, medios de comunicación, etc.

4. REFLEXION: «¿Quién de ustedes, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcularlos gastos y ver si tiene para acabarla?» …. (Lc 14, 28-30).

La vocación es una empresa demasiado grande; ¡y es para toda la vida! Por eso, no te puedes lanzar a ella sin antes haber reflexionado seriamente, y con la debida calma, sobre ti y sobre la vocación que pretendes seguir.

Debes reflexionar sobre cuáles son tus capacidades y limitaciones; serás capaz de ser fiel a los compromisos que implica la vocación; en qué signos concretos te basas para pensar que Dios te llama; que es lo que más temes de la vocación; cuáles son las razones en favor y en contra que tienes para emprender ese camino; qué es lo que te atrae de ese estado de vida, y qué es lo que te gusta de él.

Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento de su voluntad. El quiere que tú pongas en juego tu inteligencia y tu capacidad de reflexión y juicio para que puedas encontrar tu vocación. El te da la luz de su Espíritu Santo para que descubras qué es lo que quiere de ti.

5. DECISION: «Te seguiré vayas donde vayas» (Lc 9, 57).

Una vez que vayas descubriendo qué es lo que Dios quiere de ti, no te queda sino dar el paso, decir «sí», decidirte a seguir a Jesús.

Tomar tal decisión es difícil. Ante la opción sentirás todos tus miedos, incertidumbres y limitaciones: «¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho» (Jr 1,7). Y sin embargo, a pesar de todas tus limitaciones, o mejor, con todas ellas, has de responder al Señor, como Isaías: «Aquí estoy, envíame» (Is 6,8); debes decidirte como María: «Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho» (Lc 1,38).

6. ACCION: «Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su Padre lo siguieron» (Mt 4, 21-22).

Una vez decidido, ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo; lánzate con miedo.

La decisión se debe concretizar en la acción. Debes poner todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. No cedas a la tentación de diferir el ingreso: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero… » (Lc 9, 59-61).

Con la decisión has comprometido todos los momentos posteriores; ahora se trata de buscar cómo ser fiel. La única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día. Tienes que vivir todo momento en coherencia con lo que has decidido; cada paso debe ir dirigido hacia la meta.

Y, ¿cuándo venga la dificultad? Perseverar. «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame» (Lc 9,23). ¡Claro que el sendero es arduo y pesado!; pero tienes en ti la fuerza del Espíritu Santo.

7. ACOMPAÑANTE ESPIRITUAL: «Levántate y vete a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas» (Hch 22,10).

En realidad, la dirección espiritual no es un paso más en el proceso de discernimiento de tu vocación; es un recurso que debe estar presente en cada uno de los pasos anteriores. El acompañante espiritual te motivará a orar y estar abierto a percibir los signos de la voluntad de Dios; te indicará donde obtener la información y te ayudará a reflexionar.

Si bien es cierto que la vocación es una llamada que Dios te hace, y que nadie puede escucharla por ti ni responder a ella en tu lugar también es cierto que tienes necesidad de un acompañante espiritual que te acompañe en tu camino de discernimiento vocacional y confirme la autenticidad de tu llamado.

Jesucristo, después de habérsele aparecido a Pablo en el camino de Damasco, le dijo que fuera con Ananías, que este le indicaría cuál era la voluntad de Dios. Cristo mismo hubiera podido decirle directamente a Pablo qué quería de él, sin embargo, quiso valerse de la mediación de Ananías para hacerle descubrir su vocación (Hch 22, 10-15). En el discernimiento de la voluntad de Dios sobre ti. No puedes prescindir de la mediación de la Iglesia.

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