Contacto: Franciscanoscl@gmail.com
La vocación nunca termina
“En cada estación nos haces renacer” dice el texto de un hermoso poema, que nos recuerda que Dios nunca deja de recrearnos, ¡y de llamarnos!
Qué extraña coincidencia… Mientras reordenaba los papeles de mi escritorio, encontré en mis manos dos textos muy diferentes: una carta de un joven que había «terminado su camino vocacional», y un poema de José Tolentino Mendonça titulado «Nuestra creación se acabó». Entonces se me ocurrió esta analogía: así como la creación está siempre en marcha, así el camino de una vocación… ¡nunca termina!
Muchas acciones de Dios hacia nosotros no ocurren «de una vez por todas», sino que son una acción continua, progresiva, que avanza pacientemente «de vez en cuando». Así es el amor… Cuántas veces el Papa Francisco nos recuerda que el Señor nunca deja de perdonarnos, de buscarnos, de salvarnos (véase, por ejemplo, la reciente audiencia del 25 de enero).
Si es verdad que Dios, con infinito amor, nos llama siempre a la vida con él, entonces podemos decir que también nuestra vocación no es un acto puntual cumplido de una vez por todas. Es importante subrayar esto, porque a menudo escuchamos frases como «tengo vocación / no tengo vocación», como si fuera precisamente algo que existe o no existe. Lo que se da o no se da, de una vez por todas. Estoy llevando las frases un poco al extremo, pero detrás de ellas puede haber una mentalidad que se arriesgue a creer que… “si tengo vocación, entonces estoy bien. He llegado a la meta. No tengo nada más que hacer».
¡No es tan! La vocación no es un «estado», sino un proceso. Es un constante intercambio de palabras, un diálogo, entre quien llama y quien llama. Está vivo si hay un diálogo continuo, no un monólogo. Realmente creo que podemos decir, como en el poema que les propongo, que nuestra vocación nunca ha terminado. Por gracia, siempre está el Padre que llama, siempre está Cristo que nos empuja con su amor (2 Cor 5,14) y siempre está el Espíritu Santo que sugiere cómo responder (Jn 14,26).

Aprovecho entonces para compartir con ustedes el poema que cité anteriormente, y que me fascinó mucho cuando lo leí hace un tiempo. Es una hermosa oración de bendición y alabanza, escrita por el sacerdote y poeta portugués José Tolentino Mendonça, quien fue creado cardenal por el Papa Francisco en 2015.
Nuestra creación no está terminada.
Bendita sea la germinación oculta y exaltadora del Espíritu,
gracias a la cual en cada estación nos haces renacer.
Bendito sea el nuevo aliento que cada día,
de una manera misteriosa, respiras en nosotros,
recordándonos que nuestra creación no ha terminado.
Bendito sea este espacio donde pacientemente nos moldeas,
respetando nuestra libertad y nuestros tiempos.
Bendita sea tu lealtad a nuestra historia.
y la forma franca en que exhortas a nuestros corazones
no abandonarse a visiones inútiles
de incertidumbre, pesimismo o cansancio.
Bendito sea tu reino
que nos traes ya en esta orilla provisional
y que nos estimula a comprender tu voluntad.
Bendita sea tu Palabra
que espolea e inspira perpetuamente nuestros nuevos comienzos,
porque de esa manera nos vuelves a encaminar a esa fiesta,
unánime y fraterna, que la vida cotidiana está llamada a preparar.
Bendito sea el Dios de nuestro ayer,
cuyo paso, sin embargo, vislumbramos en tantos signos del tiempo presente,
umbral de esa mayor revelación en la que seréis todos en todos.
José Tolentino Mendonça (Rezar con los ojos abiertos, Nuestra creación no está acabada).
Espero que este texto inspire a otros lectores también. Se puede rezar todos los días, y leer en clave vocacional, sin forzarlo. Dios es bendito porque nos moldea, como un alfarero, pero respeta nuestra libertad. Es bendito porque es fiel a nuestra historia. Bendita sea la Palabra de Dios, que siempre es nueva en el día a día, es siempre un nuevo punto de partida para seguir a Cristo en lo concreto de nuestra vida cotidiana.
Espero que cada uno de nosotros pueda así alabar y encomendarse al Señor, en cada paso de nuestro camino.
¡Toda la paz y el bien!
fray Fabio
(articulo libremente extraído del blog Vocación Franciscana)