Cliché sobre los frailes 3: ¿es verdad que no hacen nada en todo el día?

Hoy nos enfrentamos a otra convicción igualmente común, pero también tan alejada de la realidad: “que los frailes no trabajan y no hacen nada en todo el día”.

Ya he escrito sobre dos falsos pensamientos bastante difundidos: “que los frailes siempre están encerrados en el convento”, así como la idea aterradora para muchos de “que los frailes siempre rezan”.

Pero debo reconocer que cuando escucho que “los frailes no hacen nada en todo el día” (o bromean sobre ello), me da un poco de rabia y se hace sentir el orgullo que llevo dentro…

Sí, todavía tengo que convertirme y pacificarme… Es que en realidad la vida de los frailes es muchas veces hasta agitada, exigente, de modo que cuando uno te toca ahí, justo en el esfuerzo que estás haciendo, por lo menos te molesta un poco…

Probablemente al decir esto ya estoy desmantelando el imaginario del fraile, el seráfico que «gira» despreocupado en prados floridos (al estilo de San Francesco de las películas) o que camina dichoso en una iglesia rezando, sin ninguna preocupación en el mundo ajeno, que rezar el vigésimo séptimo rosario aunque llegue esa tarde…

Bueno, ¡«desmantelar la imaginación» es exactamente lo que queremos intentar hacer con estas publicaciones! Así que solo si estás dispuesto a cambiarlo, sigue leyendo…

¿Recuerdas cómo escribió san Pablo a los Tesalonicenses?

“Cuando estábamos con ustedes, siempre les dimos esta regla: el que no quiere trabajar, que no coma.

De hecho, sentimos que algunos de ustedes viven una vida desordenada, sin hacer nada y siempre en confusión.

A estos tales, exhortándolos en el Señor Jesucristo, ordenamos que se ganen el pan trabajando con serenidad.

¡Y ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien!”. 

[2 Tes 3: 10-13]

¿Y sabes lo que pensaba San Francisco al respecto? En su testamento así lo escribe

«Trabajé con mis manos y quiero trabajar; y quiero firmemente que todos los demás frailes trabajen en un oficio que conviene a la honradez. El que no sabe, aprende, no por codicia para recibir la recompensa del trabajo, sino para dar ejemplo y alejar la ociosidad. Y cuando no se nos da la recompensa del trabajo, nos volvemos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta” 

[Test 20-22; FF 119-120]

Entonces Pablo dice: “¿No quieres trabajar? ¡Pues entonces no comes!”. En cambio, Francisco (un hombre muy concreto) va más allá: “¿No sabes trabajar? ¡Pues aprende!”.

Entonces, ¿qué hacen los frailes? Por lo tanto, los hermanos tratamos de hacer nuestra parte. Sí, hacemos voto de «vivir el Evangelio… sin nada propio» (como nos pide la Regla) y nos encomendamos a las manos generosas del Padre que, dice Jesús, «no les dará todo, hombre de poca fe?» (cf. Mt 6, 25-33). Sin embargo, esto no nos exime de comprometernos, de “vivir del trabajo”, como todo hombre de esta tierra.

Por eso, entre nosotros los frailes encontramos realmente de todo (aquí descubre muchas de nuestras ocupaciones): hay profesores, los que son capellanes de un hospital o de una cárcel, los que son párrocos o trabajan con los jóvenes, los que trabajan en una comunidad de rehabilitación para alcohólicos o drogadictos, los que se dedican a la formación de jóvenes frailes, los que están en misión o en un santuario y acogen a peregrinos, los que confiesan más horas al día y se dedican a escuchar a muchos personas, los que estudian y también los que pasan sus días en una oficina. Hay luego los que van de compras, los que cuidan a los frailes mayores, y también tenemos que cuidar nuestra casa.

Entonces, sí, puede parecer extraño para algunos, pero los frailes trabajan (aunque algunos de estos «trabajos» no sean considerados como tales por la sociedad…).

Por ejemplo, me ocupo de acoger, escuchar y acompañar a muchos jóvenes en su camino, y junto con los demás frailes de nuestro equipo proponemos varios caminos y compromisos de oración, fraternidad, formación franciscana… Además doy una mano a la vida de la basílica tanto como puedo (misas, confesiones…) y luego a la vida de la fraternidad (misas, confesiones, limpieza del convento, ayuda a los frailes ancianos). Y luego muchas otras pequeñas cosas…

¿Cómo se dice? «¿Existe el riesgo de no parar nunca, de vivir frenéticamente»? Sí, hay que admitir que este riesgo existe. En nuestra sociedad hay para todos, incluidos nosotros los frailes franciscanos.

Pero en nuestra vida franciscana hay antídotos: ¡nuestra vida de oración y fraternidad! Un fraile está perdido cuando con la excusa del trabajo deja de rezar o de estar con sus hermanos. En ese momento su vida comienza a perder sentido.

Mantener el equilibrio no es fácil, pero es ciertamente liberador y vivificante, y sólo en este equilibrio oración-fraternidad-trabajo la vida se vuelve poco a poco fecunda-hermosa-auténtica.

¿Qué opinas de este lugar común sobre nosotros los frailes? ¡Escríbelo en los comentarios! Y si tienes otras dudas, no dudes en escribirme a través de nuestro correo electrónico (franciscanos.cl@gmail.com.

¡Hasta pronto, una oración!

FRA NICO

(Articulo libremente extraído del blog Vocación Franciscana)

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