¡Hay una llamada solo para ti!

“El Señor me concedió, hermano Francisco, comenzar…”. Con estas palabras san Francisco inicia la síntesis de su propio camino de conversión a Cristo, con el consiguiente descubrimiento de su vocación en la Iglesia.

En la raíz de toda vocación no hay una iniciativa humana o personal con sus inevitables limitaciones, sino una misteriosa iniciativa de Dios: «el Señor me ha concedido…».

Puesto que comenzamos a existir en los designios del Creador y él quiso que fuéramos criaturas, quiso también que fuéramos llamados, preparándonos con dones y condiciones especiales para una respuesta personal, libre y consciente a la llamada de Cristo y de la Iglesia. . Dios que nos ama, que es Amor, es «El que llama».

¡Los discípulos fueron, al menos al principio, misteriosamente elegidos por el Maestro! No surgieron espontáneamente, porque la amistad y la llamada ofrecida y propuesta por Jesús es completamente libre y absolutamente ligada a su iniciativa autónoma; brota directamente de su corazón amoroso. Y quien se siente amado por Jesús sabe que el Maestro espera de él un discípulo fiel, generoso y audaz.

Así también tú, querido amigo que lees estas pocas líneas y que quizás sientes una llamada de lo alto en tu corazón: haz tu vida apasionada y ardiente; gastado por la iglesia, los pobres, por cada persona;

entrégate, ama, cree, espera, ¡arriésgate!

¡Juega tu vida por Cristo! En otras palabras, busca la santidad, que no consiste en la perfección, sino en la lucha por no seguir a otros «señores y maestros» que no sea Dios y así entregarse con alegría y levantarse siempre después de cada caída, y otra vez y siempre. seguir los pasos de Jesús.

Recuerda que sólo con su Gracia es posible este maravilloso camino de seguimiento: ¡confía en nosotros!

¡Nuestra alabanza al Señor Jesús siempre!

fray Alberto (OFMConv)

(Articulo extraído del Blog Vocación Franciscana)

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